Diré algo a propósito de la novela DAVID GOLDER (1) denominación de la obra a que se refiere el título de esta nota, comenzando por una breve recorrida de opiniones sobre el tamaño o volumen de los libros:
• Me comentaron, algunos libreros, acerca de clientes que al momento de adquirir una novela toman el ejemplar y con su mano la pesan como calculando cuánta ficción se llevarán; o de otros que miraban el final del libro para saber qué cantidad de páginas adquirían para su goce como lectores.
• Se atribuye a Virginia Wolf (o Virginia Woolf o Virginia Wolff) -1882-1941- estas expresiones, dichas con alegre ironía, sobre los libros y sus usuarios: “…el Todopoderoso le dirá a Pedro (no sin cierta envidia) al vernos llegar con libros bajo el brazo: ¡Estos no necesitan recompensa, son los amantes de la lectura!
Pero no todos aprecian de igual modo los libros.
Relátanos José M. Paz: (2)
“Yendo el ejército hacia el Alto Perú (hoy Bolivia), los militares forman tribunales de recaudación para conseguir fondos para la campaña, pero gran parte se la apropian los jefes, oficiales y tropas (en fraude al objetivo), Paz recuerda “que tres jefes emprendieron el negocio y supieron de un depósito (creían caudales) en cierta casa. La hicieron desalojar para mudarse ellos. De la excavación encontraron una abundante librería, haciéndola encajonar y enterrar. Dichos jefes no eran afectos a la lectura y maldijeron el hallazgo,” (3)
Los eruditos recuerdan que la diferencia más comúnmente aceptada entre una novela y un cuento es su extensión, ya que novelar permite contar todo puntillosamente, en cambio el cuentista abrevia la narrativa (practica la economía de textos) dejando sugeridos o imaginables muchos componentes del relato que se podrán reelaborar a partir de aquello dicho en los capítulos. Al respecto es oportuno evocar palabras de Maria Granata. (4)
“…Estoy cómoda en la novela, en ella hay todo el espacio posible y yo necesito mucho espacio…” (5)
Estos comentarios introductorios me llevan a resaltar elogiosamente la brevedad, o sea la poca cantidad de páginas utilizadas para escribir la novela DAVID GOLDER por Irène Némirovsky, más aun, cuando el tiempo relatado en la obra es muy extenso, las particularidades de los personajes aparecen minuciosamente descriptas y los lugares se ven gracias al discurso narrativo de la autora. Así sucede allí magistralmente: la historia desarrollada es rica en informaciones coloridas dibujándose las escenas con tal claridad que se las puede suponer visualizándolas cinematográficamente. Se disfruta de una prosa acertada en tan sólo 150 páginas con tipografía muy legible y abundantes espacios libres, que evitan la pesadez de las hojas sobrecargadas o con sus capítulos amontonados: leyéndola estaremos presenciando el triunfo de la economía de textos. El tratamiento de los múltiples actores de la obra es profundo y claro lo que permite conocerlos muy bien gracias al recurso del pensamiento dinámico y dialogante que tan bien utiliza Némirovsky.
DAVID GOLDER, figura central del relato, es un luchador audaz e incansable, además de salvajemente pragmático cuya única pasión es la de hacer fortuna una y otra vez pagando sólo con su vida que es miserable, vacía, solitaria y decadente. Excelente, atrapante y por momentos conmovedor resulta el muestrario de situaciones que ofrece Némirovsky quien, sin fraseos innecesarios, logra,insisto, una claridad inigualable.
Si bien la vida de DAVID GOLDER no es para nada ejemplar, ni logrará ganar la simpatía del lector, la descripción final de su muerte puede ser emotiva.
Acceder a este libro permitirá al lector encontrar otros muchos aspectos literariamente interesantes. |