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La pericia narrativa de Murakami confirmó los elogios de quien me acercó su novela y hace creíbles los anuncios de ventas masivas que pregona la editorial hacedora del libro “Tokio blues” ( a ) La prosa es descriptiva, clara y con razonamientos enriquecedores del avance temático, razonamientos siempre oportunos y coherentes con la marcha de la acción que se desarrolla. El retrato de amoríos eventuales y amores más profundos así como de relatos de pasión, desfogues sexuales o placeres onanistas aparecen con el estilo de las crónicas sobre sucesos habituales. Dado el variado muestrario de las situaciones noveladas me llamó la atención que una manera de amar fuera destacada mediante la escritura de un cuento sustancioso dentro de la trama principal (usando la llamada técnica de un cuento dentro del cuento). Esta forma de resaltar la pasión entre dos mujeres está sostenida por la atracción que provoca la excepcional belleza de una jovencita. Ya que Murakami cumplió su rol de escritor creando personajes rotundos y visibles, analizaré con sus actores esa relación amorosa que encaro. Opinaré apoyándome en recuerdos y reflexiones de Reiko por su figuración como importante personaje femenino en la novela. Creo que la lectura de la obra dejaría planteados estos interrogantes a propósito de Reiko:
• Su relación lésbica fue una aventura pasajera, o
• la profesora de música es lesbiana y la belleza de la joven le ayudó a vivir su realidad o
• Reiko necesita poseer la belleza (mejor si es juvenil)
Cerca de la mitad de la novela (159) comienza el relato donde Reiko, profesora de música, cuenta su “fracaso” como concertista de piano y la aceptación de un esposo solamente porque le daría seguridad ya que con él “nada malo podría sucederle” (163) Entiendo que aquí nos denuncia su incomodidad con el entorno al cual pertenece ya que se muestra temerosa de padecer censura o rechazo, a causa de su preferencia de sexo distinta a la que supone esperaban de una mujer como ella. Sin embargo cabe otra duda: fue socialmente cuestionada o esa suposición era un fantasma ideado por ella?
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Inesperadamente y sin buscarlo (164) se altera su rutina ya que se encontrará con la belleza física en una corporización femenina a la que se ligará y luego nunca logrará olvidar. La profesora de música conoce a su joven alumna y Reiko, mujer adulta, siente un terremoto íntimo que le cambiaría el curso de su vida, hasta allí estándar. Ella intima hasta la desnudez con aquella alumna (206), relatando minuciosamente la unión con esa mujer que le gritó su amor (208). Repite, con obsesión, que su alumna es tan hermosa que no pudo resistirse a ella. Dice la verdad ya que la belleza siempre es una presencia irresistible, aunque sus referencias a esa mujer hermosa y luego a otra también bella (209) señalan su preferencia sexual. Reiko insiste una y otra vez que su alumna “tenía una belleza angelical” y sostiene, enfatizándolo, que fue la primera y última vez en que veía una chica tan hermosa (165).
Cambiando el enfoque me pregunté si el amor lésbico de Reiko pudo concretarse a causa de las circunstancias favorables en que se dan los encuentros que tanto rememora o atraída por la belleza de las jóvenes la profesora de música se acostó con ellas (206 y 209) sólo para poseer esas bellezas. La figura de su alumna la deslumbra y deja sin habla pues “era demasiada joven y hermosa” (165) Por redundante es innecesario describir la particularmente fuerte atracción que puede ejercer la belleza de la juventud y la admiración que provoca su presencia aun razonando sobre su fugacidad.
En la obra la personaje se siente fuertemente atraída por jóvenes bellos y cuenta como probó hacer el amor con Naoko (209) o que perdió la frigidez gracias a su enamorada (207). Abundan referencias, de boca de la profesora de música, sobre sus inclinaciones lésbicas y de su esfuerzo por vivir comportándose como lo quieren los otros. No pasa inadvertido que la profesora de música llega al matrimonio cumpliendo un mandato social, durante un tiempo, pero huye de su hogar disfrazando su escape con los rasgos de la locura. Recuerdo que la decisión de casarse la negocia poniéndole fechas futuras a las etapas hacia el casamiento que le pide quien sería su esposo (162) y llegará al enlace cumpliendo un tramite burocrático sin emoción, emoción que sí la invade al acostarse o recordar a la chica a cuya imagen siempre vuelve. Reiko envuelve sus dudas con largas explicaciones y confesando su devoción por la belleza. Alguien podría creer que ella jugó a ser lesbiana (209) ya que afirma que esto hizo con Naoko, la joven compañera de cuarto en su internación sanatorial a quien desnudó con dulzura y excitada, pero sin olvidar jamás a la otra chica hermosa como una muñeca (211) a quien trató por 18 meses (166) Aclaro que estos son ejemplos y hay más menciones o recordatorios de su naturaleza sexual. Finalizando la obra sabremos que Reiko se deja poseer “por un chico de veinte años” (377), Toru Watanabe el personaje masculino del relato. Pareciera que se acuesta con ese joven fraternalmente prestándole su cuerpo para que él goce y ella pueda abrazarse a su hermosura juvenil pues rápida y definitivamente se separa del muchacho partiendo para seguir buscando el amor, que es belleza o sólo para atrapar nada menos que a la belleza.
Fuera cual fuera la conclusión a que se arribe queda flotando en la novela la sensación placentera del gozo inolvidable que lo bello le provocó a Reiko, por ejemplo, antes y durante su vínculo con la alumna que ella recuerda como un suceso importante en su vida.
Resalto que en las páginas de “Tokio blues”(a) suena agradablemente la natural hermosura de la música con sus oficiantes, los músicos: la profesora es uno de ellos.
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