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Kafka en Praga o Praga con Kafka |
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por Carlos Pensa
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La
capital de la República Checa deleita a quienes la visitan
con los placeres de conocer su antigua, atractiva y cuidada edificación.
Además, la equilibrada cordialidad de sus habitantes hacen
del paseo un disfrute de aquellos que no se olvidan. Praga es una
urbe fascinante con su rica y colorida historia que muestra un presente
dinámico, vital y marchando al futuro. A esta cautivante ciudad
se la puede descubrir desde muy diversos enfoques: entre otros posibles
destaco su pasado, las religiones, los museos, su música y
la gastronomía variadísima.
Franz Kafka es un escritor preferido hoy por lectores de todo el mundo
y esos, que éramos muchos, llegamos a Praga estimulados por
los recuerdos de tantas páginas leídas a propósito
de la Ciudad de Kafka y buscándolo a él, a su Castillo
y a sus obsesiones. Yo recordé que Kafka no toleraba la vida
social y las charlas que lo distrajeran de su necesidad de escribir
por lo cual me satisfice recorriendo las calles, los puentes y los
tantos edificios donde vivió el escritor. Observando Praga,
comprendí por qué Franz decía tantas veces en sus diarios
“mi Praga”: ese era el espacio mágico del cual
nunca se hubiera querido alejar. De las lecturas, los datos históricos
y los relatos de los praguenses no sólo entendí sino
que me atrevo a pensar que sentí las alegrías, los dolores
y las angustias que pasaría Kafka en sus cortas cuatro décadas
checas. Él era de espíritu sensible, muy susceptible
a todo lo que sucedía a su alrededor y con su materia física
en desventaja a causa de su mala salud. Durante su breve existencia
ocurrieron muchos e importantes sucesos. Franz Kafka nació
praguense, cuando los checos eran una parte más del poderoso
Imperio Austro Húngaro, imperio que imponía las leyes,
cultura y su propia lengua; el padre, de origen muy humilde hizo fortuna
y quiso para su hijo la mejor educación enviándolo a
institutos alemanes, que rivalizaban abiertamente con las escuelas
checas. Escritor alemán por educación, checo por nacimiento
y abogado descontento de su oficio, el joven Kafka completó
su formación en las escuelas regio-imperiales que le prometían
hacer buena carrera en la burocracia austríaca, pero él,
cumpliendo 35 años vio desplomarse el imperio de los Habsburgo
hecho que lo afectaría por sus consecuencias. Los checoslovacos,
nacidos como nación independiente en 1918, rechazaron todo
lo que fuera cultura alemana, eran usuarios del idioma checo y contaban
entre ellos con muchos de sus ciudadanos en actitudes activamente
antisemitas. Luego de tres siglos de dominio austríaco, la
independencia checa llegó cargada de nacionalismos reprimidos
y como Kafka era checo, escritor alemán y de religión
judía quisieron olvidarlo.
Visitar Praga y conocer las muchas casas que habitó Franz Kafka
requiere de una larga caminata ya que el autor de “La Metamorfosis”
cambió varias veces de domicilio, acompañando las mejoras
económicas y sociales de su padre. Sin embargo cabe aclarar
que generalmente vivió y trabajó no muy alejado de la
Plaza Vieja, el centro de su Praga. Franz procuraba estar solo para
poder escribir seguramente deseoso de aprovechar el silencio y la
calma (silencio que también reclamaba Julio Cortázar
para dibujar su obra.) La casa numero 22 de la Callejuela del Oro,
es una vivienda de dimensiones casi infantiles pero muy tranquila
por lo cual la utilizó Kafka durante algún tiempo y
allí creaba: hoy esa casa es un lugar de peregrinación
para sus lectores y el espacio se usa como librería que está
impecablemente conservada y vende libros en todos los idiomas, fotos
y recuerdos del autor.
Franz Kafka amaba su ciudad -mi Praga, repite él en sus diarios-
y otra vez el destino que jugó con su vida lo llevó
enfermo, a morir en Kierling cerca de Viena en ese año de 1924,
en que Viena estaba muy distanciada de Praga a raíz de la desaparición
reciente del Imperio Austro húngaro. Cuando murió Kafka
poco quedaba de la poderosa Austria, rechazada con vehemencia por
los checoslovacos: él era un escritor educado en aquella cultura
lo cual provocó que se lo rechazara.
Como el escritor lo hubiera querido, ahora descansa en el nuevo cementerio
judío de Praga lugar visitado por cientos de admiradores que
viajan hasta allí para ver su hermosa ciudad y recordarlo.
Visitar la capital de la República Checa y caminar curiosamente
los sitios que tanto recorrió el autor de “El Castillo”
ayudan a comprender la vida del autor y resignifican su obra. Por
estos motivos y muchos más que la ciudad revelará al
viajero merece visitarse Praga con la ilusión entre otras,
de encontrarse con Franz Kafka. Seguramente no serán defraudados.
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Publicó periódico
"Atrévete" Bs. As.
- Dic. 2001
Publicó "Poligono de cuentistas
y poetas" Bs. As. - Sep. 2003 |
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