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Soñando Cuentos y Pesadillas |
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CIPOLLETTI, Río Negro, Argentina. 31-08-1990. Periódico EL REGIONAL |
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Con Prolijidad |
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Corrientes casi Callao; son alrededor
de las trece, esas horas que no figuran en mi reloj. Salgo del restorán
todavía paladeando el sabor de las pastas de verduras y camino
el sol.
- Señor, ¿me permite? -me enrostra un hombre que es
pordiosero o se está preparando para serlo.
- Sí, qué dice-, es todo cuanto se me ocurre contestar.
- Ese bigote tan oscuro y bien cuidado no merece el enorme fideo que
se le quedó pegado...
- ¿Cómo?
- Ahí, a su derecha.
Tiene razón, pienso rápido, nada de mis ropas hace juego
con el color verde de la acelga.
- Claro, recién comí -me escucho y enseguida comprendo
que mis palabras deben agredir las privaciones de este denunciante
de mi negligencia - ¿y usted?
- No, yo no, tengo hambre atrasada.
- Por favor amigo, sírvase ya que lo descubrió.
Lo veo alejarse despacio y tal vez contento. Yo quedé muy bien
impresionado por su prolijidad para acercar su boca a mi bigote y
devolverme el buen aspecto. |
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La Agenda |
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Vino a buscarme y la pude convencer
porque tenía muchos compromisos anotados; los verificó
concienzudamente y se fue sola. Recordaba tan bien las marcas de las
hojas que volvió exactamente en el día y la hora de
la última anotación; pero como ella es respetuosa del
trabajo y del cumplimiento de las obligaciones, miró atentamente
la nueva agenda cargada de horarios, reuniones y tareas, y otra vez
desapareció dejándome el tiempo necesario. Los plazos se agotan y esta vez están casi saldadas todas las
citas. No he podido conseguir otra agenda, desaparecieron de los negocios
y la que tengo en uso se está acabando. La muerte, que tiene
excelente memoria, llegará pasadas las nueve y media de la
noche. |
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Los Recuerdos |
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Me entregué a su manera sutil
de seducir.
No puedo explicarme cómo me ocurrió a mí, hombre
adulto y seguro de todo lo que hace.
A pesar de mi carácter poco eufórico, y creo que menos
aún expresivo, soy capaz de recordar gozando profundamente
y hasta con exaltación aquellas situaciones que me llenaron
de placer y conmoción. Ésa lo ha logrado.
Anoche su fama me avasalló de tal manera, que bastó
notara su vigorosa presencia para comenzar a desearlo, quererlo dentro
mío. Descontroladamente necesité que me penetrara muchas
veces; ahora me siento devastado por lo que hice.
Es potente, pero suavemente dulce, creo que ha venido del norte. Su
oscuridad luce pareja y brillante, atrayendo con el temor que sugieren
los abismos coloridos. Cuando ya han pasado varias horas, todavía
me quema su fuego infernal.
Vuelvo a lo ocurrido anoche.
Verlo en el cuarto, quieto y con tanto cuerpo, hizo que los labios,
avisados por la vista, se relamieran ansiosos, necesitados sin salvación
de su aliento húmedo y de sus caricias largas y blandas. Es
fuerte, pero delicado y atrapador: una sola vez con él y después
se lo precisa hasta el desmayo. Así me aconteció a mí,
hombre de costumbres sanas.
Repaso mis actitudes de esta madrugada, proceder que no puedo definir
claramente como querido o involuntario y procuro justificar mis excesos,
por los cuales me veo en estos momentos degradado, aun cuando me explico
perfectamente que no puedo evitarlo.
La personal naturaleza y las esencias individuales resultan atacadas
durante toda la vida por la educación: nos pulen, influyen
y moldean para adaptarnos mejor a las sagradas necesidades de nuestra
sociedad. Ciertos acontecimientos no deben ocurrir, porque a pesar
de que se desarrollen en el más cerrado privatismo nos harán
sentirnos muy desgraciados.
Lo hice, me entregué al exceso y yo mismo me censuro por lo
que no debió ser y para mayor gravedad no estoy seguro que
me diera tanto placer.
¿Curiosidad, oportunismo o inclinaciones
liberadas?
¿Fue un hecho eventual o volveré a repetirlo?
Todavía no tengo repuestas.
Comienza una mañana nueva y el día entrará trayéndome
la esperanza de su luz para limpiarme. Volveré bastante fatigado
a esa manera de vivir que generosamente denominamos “normalidad”.
Pero no. No lo dudo. Ha de pasar mucho tiempo antes que otra vez tome
tanto vino de Salta.
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